¿COMO AFRONTAR EL BOTELLON DESDE EL NÚCLEO FAMILIAR?
El botellón es un fenómeno social que surge en España en la década de los 90 y que cada año va incrementando peligrosamente el número de jóvenes que se inician en esta modalidad de consumo de alcohol en la vía pública.
Esta práctica nace con una filosofía que en sus inicios merecía los elogios de muchos sectores sociales porque representaba la búsqueda de espacios propios para los jóvenes donde se evadían de la contaminación acústica de los locales cerrados de ocio nocturno (bares, pubs, discotecas), en los que la comunicación era muy difícil, donde los precios de las consumiciones eran abusivos o incluso para evitar la adulteración de las bebidas, frecuente en algunos locales.
Poco a poco está práctica fue masificándose de forma incontrolada, generando confrontaciones entre los vecinos y los jóvenes participantes en el botellón por los ruidos que se generaban hasta altas horas de la madrugada, por el deterioro del mobiliario urbanístico derivado de las altas tasas de consumo de alcohol, por las peleas, por acumulación de basura, por comas etílicos, etc.
Otro de los graves problemas asociados al botellón es que, paulatinamente se va adelantando la edad de los jóvenes que se inician en el consumo de alcohol, haciéndolo de forma inconsciente e ignorando los riesgos que ello supone, como lo demuestra el elevado número de comas etílicos que se atienden en los servicios de urgencias de los centros sanitarios durante los fines de semana.
Para los padres este fenómeno representa un motivo de preocupación al que no saben como hacer frente por la incapacidad para ejercer un control sobre el nivel de consumo de sus hijos cuando participan en un botellón.
La inmensa mayoría de los adultos coinciden en afirmar que lo ideal sería eliminar de forma radical el botellón. Sin embargo, a pesar de las múltiples normas y ordenanzas locales o programas nacionales no se consigue su erradicación.
Por ello, es necesario plantearse otras alternativas que ayuden a minimizar los efectos de este hábito sociocultural tan arraigado en nuestra sociedad, abordándolo desde un proceso educativo en el que estén implicados los padres, las instituciones, los agentes de socialización y sin olvidar los medios de comunicación, promoviendo campañas de información sobre los riesgos del consumo incontrolado de alcohol en la vía pública.
Será necesario aunar esfuerzos para promover alternativas de ocio más saludables, tales como:
Favorecer entre los jóvenes el desarrollo de aficiones deportivas, culturales, artísticas, etc.
Educar EN, DESDE y PARA el tiempo libre, creando nuevos espacios de ocio y ofreciendo sugerencias de actividades atractivas.
Actuando en la familia como modelos y compartiendo el uso y el disfrute del ocio saludable.
Estimulando la participación en asociaciones juveniles, culturales, deportivas, ecológicas o en proyectos de servicio a la comunidad.
Los padres deben ser los primeros agentes de intervención contando con unidades de asesoramiento promovidas por las instituciones para impulsar iniciativas de consumo de ocio saludable.
En cualquier caso, no debemos olvidar que la educación es una ciencia cualitativa e interpretativa por lo que no hay recetas mágicas, válidas para todos los casos y cada actuación debe estar adaptada al contexto que rodea a cada núcleo familiar: familias monoparentales, extensivas, nucleares, entorno rural, urbano, vivencias previas, etc.
José Carlos Otero López, Lic. en Pedagogía
Colaboración dominical especial de la Asociación de Pedagogía de Galicia “APEGA” con Carriola de Marín