Federico Mayor Zaragoza: «Confundimos educación con capacitación. Saber inglés no es estar educado»
Federico Mayor Zaragoza habla este jueves a las 19.00 horas de educación invitado por el Ayuntamiento de A Coruña. Lo hace de forma telemática (a través del YouTube de la Concejalía de Educación y Memoria Histórica) aunque no es lo que él querría. «Estaría encantado de ir», dice el que fue director general de la Unesco en los 90, pero no quiere jugar con la salud: «Mi esposa y yo tuvimos covid, incluso estuvimos en el hospital. Yo me encuentro bien, pero mi médica me dice que no debo viajar». Acostumbrado a no parar un minuto, sus 87 años le aconsejan prudencia, más después del susto del covid, que le hizo pensar en muchas cosas, como él reconoce.
—¿Cómo está la educación?
—Hay que saber a qué nos referimos cuando hablamos de educación, porque una cosa es educar y otra tener capacitaciones. A veces confundimos ambas cosas, sobre todo con esos informes hechos por sociedades y entidades de índole económica [en referencia al Informe PISA, auspiciado por la OCDE] que nos dicen que nuestros niños «tienen que saber más inglés». Los informes habría que pedírselos a los maestros y educadores. Porque la capacitación no es educación en absoluto. Saber Inglés, Matemáticas o Bioquímica [él mismo es doctor en Farmacia y fue catedrático de Bioquímica en Granada] es capacitación, y está muy bien, pero uno puede saber mucho de eso y ser un perfecto maleducado.
—¿Qué es, entonces?
—Es saber dirigir su propia vida. Es ser capaz de analizar, anticipar, crear. Ser capaces de desarrollarse plenamente. Es tener autonomía, saber expresarse, saber escuchar, que es importantísimo, respetar al otro, interesarse de verdad por los demás y ser solidario.
—Le gustará entonces la nueva ley, la Lomloe, que incide sobre todo en ese perfil además de los contenidos mínimos de la educación obligatoria.
—Exacto, porque la educación no acaba ni con la ESO, ni con el bachillerato, ni con la educación terciaria. Es para todos a lo largo de toda la vida, aunque a veces pasamos de aprender a ser enseñantes, pero la educación está ahí. La serie de conferencias se denomina «Pensando la educación», y me gusta mucho, me parece muy interesante. Hay que pensar mucho en eso y qué mejor que hacerlo con los maestros jubilados, que son un pozo de experiencia porque tienen una visión completa. La longevidad es una baza que tenemos que aprovechar.
—Le preocupa a usted especialmente la participación de los ciudadanos en el gobierno del mundo.
—Es que ya está bien que nos gobierne el Partido Republicano de Estados Unidos, que es el verdadero poder. ¿Cómo puede gobernar el G7 o G8?
—Pero la realidad se impone: ya no hay un poder occidental en el mundo, sino que se piensa en multilateralismo.
—Es que la India tiene 1.400 millones de personas, cómo no va a tener poder. Había un momento en que Europa pintaba, pero en lo que va de siglo ya no. La UE ha hecho cambios institucionales que han sido un desastre, como la obligación de la unanimidad para llegar a acuerdos. La unanimidad es la antítesis de la democracia: ¿cómo va a vetar Luxemburgo una decisión que toman Francia, Alemania, España e Italia?
—Las decisiones se toman en los despachos, pero también en las calles. Internet lo ha cambiado todo.
—Y por eso es tan importante la educación. Nos permite por ejemplo diferenciar información de conocimiento. No por tener información sabes algo, tienes que verificar esa información e incorporarla a tus conocimientos propios.
—Distinguir la verdad de la manipulación.
—Eso es lo primero, y después ser responsable. Si lo eres, tienes que participar. No podemos estar tan distraídos, pero lo estamos. Tenemos que estar centrados y hacer valer lo que dice la Unesco: «nosotros, los pueblos».