La menor catalana explotada sexualmente por un adulto solo es la punta de un mayor iceberg
Los niños y niñas que llegan a un centro de acogida suelen haber atravesado situaciones muy difíciles. Con frecuencia han sido testigos de conflictos constantes entre sus padres, han sufrido abandono, maltrato y humillaciones por parte de sus propias familias, sin apenas recibir ninguna muestra de afecto o respeto hacia su vulnerabilidad e inocencia. Por eso, al ingresar en un centro, cualquier gesto de cariño o atención pueda brindárseles, les abre los ojos a una forma de vida completamente nueva y desconocida para ellos: una vida donde el respeto, la seguridad y el amor sí son posibles.
Sin embargo, su inocencia permanece intacta y, en muchas ocasiones, les resulta difícil distinguir quién actúa en su beneficio y quién, en realidad, persigue intereses ocultos en la relación. Esta confusión acentúa su vulnerabilidad y abre la puerta a personas sin escrúpulos que buscan ganarse su confianza para aprovecharse de ellas.
Recientemente ha salido a la luz el caso de una menor que, desde los doce años, fue víctima de explotación sexual por parte de un adulto. Este individuo no solo la sometió a múltiples abusos sexuales, sino que también la expuso a situaciones de extrema vejación, como relaciones en grupo, y difundió imágenes y vídeos de estos hechos entre redes de pedófilos a través de Internet.
Esta menor, a la que los medios han apodado “la Pelicot catalana” en referencia al caso de la mujer francesa Dominique Pelicot, también víctima de explotación sexual, estaba bajo la tutela de la Direcció General d’Atenció a la Infància i la Adolescència (DGAIA) de la Generalitat de Cataluña en el momento de los hechos. Sin embargo, antes de buscar culpables hay que atender a muchas otras cosas. Por ejemplo, ¿qué hacía una menor de 12 años en una aplicación de citas sexuales como Badoo en la que se encontró con su posteriormente, abusador?
Expertos como la psicóloga Francisca Fariña, de la Universidad de Vigo, han destacado que la vulnerabilidad emocional, la baja autoestima y la falta de referentes adultos estables aumentan significativamente el riesgo de que los menores sean manipulados por adultos con intenciones delictivas. Según los datos de su último estudio, más del 27 % de los adolescentes de entre 14 y 18 años ha sido víctima de ciberacoso y cerca del 35 % se encuentra en riesgo de sufrir grooming, un tipo de acoso sexual a menores en el que se establece una relación de confianza a través de internet. Esto refleja una preocupante realidad: los menores navegan por la red sin conocer los riesgos y las consecuencias que ello conlleva. Tal como apunta la investigadora gallega de la Cátedra de Feminismos 4.0, quien consultó a casi 700 adolescentes de toda Galicia, estos resultados evidencian la alta prevalencia del ciberacoso entre los jóvenes. Un porcentaje significativo de ellos presenta conductas de riesgo vinculadas al uso de internet y las redes sociales.
En el mismo estudio, se señala que los adolescentes que admitieron haber sido víctimas de ciberacoso aseguraron que los episodios fueron recurrentes. Además, cerca del 15 % confesaron haber practicado sexting, es decir, el intercambio de imágenes o vídeos de contenido sexual explícito. Así que, sin querer excusar ningún tipo de consecuencias para los responsables de la tutela de la niña agredida sexualmente, creo, con los responsables de la investigación gallega, que hoy en día hay aspectos preocupantes sobre los que hay que poner el foco de un problema que es significativo y merece una especial atención: las relaciones sexuales entre nuestros jóvenes y su utilización de internet como medio para satisfacerlas.
José Manuel Suárez Sandomingo