Los campamentos, un recurso didáctico para el verano
Llegan las vacaciones de verano y es el momento en que los padres/madres se formulan muchas preguntas sobre las opciones posibles para elegir el campamento que sea lúdico y placentero, pero al mismo tiempo que contribuya a la formación integral de sus hijos.
Estas son algunas de las preguntas más frecuentes con sus respectivas respuestas que pueden ser orientativas para los padres, teniendo en cuenta que muchas de estas respuestas dependen siempre del grado de maduración de los hijos/as.
¿Cuándo es un buen momento para ir al campamento?
Los motivos más frecuentes por los cuales los padres envían a sus hijos a un campamento suelen ser: para ofrecerles una actividad lúdica vacacional y se diviertan; para cubrir ese tiempo en el que ellos no pueden atender a sus hijos, para desarrollar en mayor medida su autonomía, individualidad y socialización; o para llevar a cabo algún aprendizaje, principalmente deportivo o una segunda lengua. Aunque estos motivos tienen un gran peso a la hora de tomar la decisión, para que realmente la actividad se placentera y positiva para el niño debemos contar con su voluntad.
¿Cuál es la edad ideal para ir a un campamento?
A partir de 5-6 años los niños tienen capacidad para disfrutar plenamente de las actividades que le ofrecen en un campamento con pernocta y una estancia semanal. Pero esto no quiere decir que todos los niños de esa edad o mayores deseen pasar unos días sin sus padres en un campamento. Se debe considerar para tomar esta decisión, más que la edad, la personalidad, las destrezas sociales y el desarrollo emocional del niño, ya que esto será fundamental en un entorno desconocido. Los padres y madres, si son capaces de poner a un lado sus expectativas y necesidades, suelen saber si su hijo es capaz de afrontar este tipo de experiencias.
¿Qué podemos hacer para asegurarnos de que todo irá bien?
Hay grandes diferencias, en cuanto a la capacidad para adaptarse a diferentes situaciones, entre los niños que desde pequeños han dormido fuera de su casa (amigos, abuelos, primos,..) y aquellos que nunca han salido del domicilio familiar. Los primeros tienden a sentirse más seguros en situaciones desconocidas, sobre todo a la noche. También resulta positivo para los niños haber vivido desde pequeños experiencias de ese tipo con sus profesores y compañeros. En algunas escuelas ya desde los tres años se promueven actividades para facilitar la individualización y la autonomía organizando alguna noche en el colegio o en alguna granja escuela. Estás primeras experiencias les ayudan en su desarrollo y estabilidad emocional, así como apropiarse de espacios desconocidos y encontrarse seguros. Es más probable que estos niños que han vivido estas experiencias anteriores muestren deseo e ilusión por asistir a un campamento. No podemos olvidar que el desarrollo de la individualización y la autonomía es un proceso lento, que cada niño evoluciona de un modo diferente, que no debemos forzar ni apurar. El desapego debe ser progresivo y no debe afectar el desempeño del niño, ni generarle ansiedad y estrés. Proporcionarle nuevas experiencias gradualmente, contando con sus fortalezas, nunca con sus debilidades.
No conviene ir en contra de la voluntad del niño, pero en cualquier caso correspondería asegurarse de si el lugar que le hemos escogido es de su agrado, si sería más tranquilizador para él ir con algún amigo o hermano. También conviene enseñarle el lugar, mencionarle los aspectos positivos, y luego darle un tiempo para que lo piense, sin forzarlo. En el caso de que su respuesta siga siendo negativa debemos respetarla, y esperar hasta el próximo año para ofrecérsela de nuevo y durante todo ese año iniciar el proceso de desapego y autonomía. En este caso, cuando el problema es la noche y la distancia a la familia durante varios días, tenemos los campamentos urbanos, que proporcionan un buen número de experiencias y aprendizajes muy positivos en un contexto más seguro para el niño.
Si al final conseguimos convencerle y se anima, no olvidemos que la primera vez suele estar llena de temores e inseguridades; por ello aconsejo a los padres que hablen con franqueza con los coordinadores y monitores del campamento, ellos conocen bien estas situaciones, saben manejarlas y en ellos debemos confiar. Es posible que los primeros días el niño sienta alguna extrañeza, pero enseguida disfrutará plenamente de la experiencia con el apoyo del equipo de monitores. No olvidemos que debemos cumplir las normas del campamento para contactar con nuestro hijo, eso también le ayudará a encontrarse bien.
Una recomendación para los padres antes de llevar a su hijo/a a un campamento es que pidan siempre el proyecto del mismo para revisarlo y ver si se adapta a los intereses particulares del niño/a y de los valores de la familia. En él podremos conocer las actividades, los objetivos, los valores que se pretenden transmitir, la experiencia de los monitores y los criterios metodológicos de trabajo.
José Carlos Otero López (Director de Act. De Ocio y T.L.)
Dolores Armas (Pisopedagoga)