TDAH, un transtorno neurobiológico
El TDAH es un trastorno neurobiológico complejo que se manifiesta de formas diferentes. Se caracteriza principalmente por un patrón continúo de inquietud motriz, impulsividad y déficit atencional que afecta significativamente a la vida diaria y a las actividades que realiza el niño. Normalmente se observa desde la primera infancia y se manifiesta en diferentes contextos. En función de la sintomatología hablamos de diferentes presentaciones clínicas, así algunos niños principalmente muestran hiperactividad e impulsividad, y otros déficit atencional; incluso pueden concurrir todos los rasgos.
Son muchos los síntomas perceptibles y eso es lo que nos lleva a confusión. En ocasiones pensamos que ciertas manifestaciones pueden ser comportamientos normales de un niño y en realidad es TDAH, y en otras ocasiones ciertas conductas nos llevan a pensar en un TDAH y en realidad son la respuesta a otras condiciones personales del niño. En la actualidad se observa que entre 5-7 niños de cada 100 manifiestan síntomas de este trastorno.
¿Qué es lo que nos hace levantar sospechas?
En ocasiones los padres vienen observando en su hijo ciertos comportamientos que condicionan una buena regulación de su conducta en diferentes contextos y le impiden sentirse tranquilo y satisfecho. Es sensato y normal que les preocupe un niño inquieto que se mueve todo el tiempo, incapaz de quedarse sentado, que no escucha, ni hace caso cuando se le habla e interrumpe a cada instante. Un chiquillo que con cualquier estímulo por muy leve que sea, deja de escuchar, abandona la actividad y fija su acción en ese nuevo atractivo. Una criatura a la que le cuesta adquirir hábitos y rutinas y aceptar unas sencillas normas domésticas. Un niño con dificultades para integrarse en el sistema educativo y evolucionar como el resto de sus compañeros. Al que le cuesta organizar sus tareas y resolver los ejercicios presentados en el aula. Un crío que se distrae con facilidad y pasa de un interés a otro. En un minuto escucha al profesor, en otro los borboteos del calefactor y al siguiente elige a que compañeros arrojarles bollitos de papel. En algunos casos, incluso puede presentar asociados otros trastornos tales como ansiedad, trastornos afectivos (depresión, distimia), de conducta, del aprendizaje (dislexia, discalculia, otras dificultades del lenguaje…).
Todas estas conductas son difíciles de entender y se van interpretando por familiares, padres, profesores y amigos. Algunos lo explican como un rechazo a la autoridad y rebeldía; otros como niños “vagos”, otros como hijos de padres poco exigentes. Las familias dejándose llevar por esas recomendaciones, que ignoran las causas y las circunstancias, que desconocen las posibilidades de intervención; empiezan a ser más exigentes con la criatura y los conflictos se sobrevienen continuamente, generando así mucho malestar tanto en los padres como en el propio niño. Así el tiempo, incluso los años, se convierte para las familias y sus hijos en una búsqueda constante de respuestas que les ayuden a afrontar esta situación.
¿Qué se puede hacer?
Lo recomendable es consultar con un profesional experto (psicólogo, pediatra, psicopedagogo, psiquiatra infantil, orientador escolar) lo antes posible todas las dudas que os plantea la conducta para acercarse a un posible diagnóstico de TDAH. En primer lugar deberíamos conocer el estado de salud general y realizar una buena evaluación psicopedagógica que determine cuál es la situación personal y cómo son sus relaciones en los contextos familiares, escolares y sociales para poder establecer las acciones más adecuadas. Cada día, cada mes, cada año que pasa sin adoptar medidas sanitarias y psicoeducativas sólo ayudará a que se manifiesten con más intensidad los síntomas y se necesite más tiempo para reorientar la situación a nivel escolar y familiar.
No olvidemos, que sin duda, quien más sufre esta situación es el niño, y es la familia quién debe poner en marcha todos los recursos disponibles que contribuyan a la superación de las barreras que le impiden acercarse a su bienestar y éxito escolar.

Dolores Armas
Lic. en Psicopedagogía


