COLABORAR EN CASA EN LA PRIMERA INFANCIA
Para poder contribuir eficazmente al desarrollo de los hijos en primer lugar es necesario conocer las razones por las cuales debemos dirigir nuestra atención hacia unos aspectos u otros, y saber, además, que momento es más favorable para la adquisición de tal o cual habilidad. En este caso, la colaboración en las tareas de casa, enseña al niño a ser responsable y a organizarse, a desarrollar su autonomía, a darse cuenta de que es capaz de hacer cosas por sí adquiriendo confianza en él mismo, y por último a desarrollar la conciencia de pertenecer a un grupo, sintiéndose activo y valorado por los otros miembros, en este caso la familia. Si nos paramos a analizar detenidamente estas razones, nos daremos cuenta de que otras muchas actividades que realiza a lo largo del día también lo dirigen en esa dirección, por lo que debemos tratar este tema progresivamente y con mucha calma, para que no se convierta en un elemento de conflicto familiar.
¿Cómo empezar?
En los primeros años de vida los niños son meros imitadores de todo lo que ven hacer. Miran atentamente a sus familiares para repetirlo. Imitan el lenguaje, la gestualidad, aprenden rutinas y también todo aquello que les llama la atención de las tareas que ve realizar en sus casas. Por eso quieren barrer, cortar, limpiar, fregar, ordenar,… pero todo como un juego, no como una rutina o una responsabilidad. La imitación le ofrece la posibilidad de adquirir y perfeccionar nuevas habilidades. Imitan aquellas conductas que les resultan positivas y atractivas, no buscan en ellas la misma utilidad que los padres queremos que vean en ese aprendizaje. Es por esto que con frecuencia, cuando queremos que ciertas tareas diarias las realicen adecuadamente y las integren en su rutina de un modo autónomo, estas pierden su carácter lúdico y dejan de hacerlas a no ser que los adultos se empeñen en ello.
2-3 años
Hasta esta edad no debemos pretender que realicen tareas en el hogar de un modo rutinario. Es posible que un día le digamos a un pequeño que tire el pañal a la basura y lo haga de buen grado y al día siguiente se niegue porque quiere juguetear con cualquier otra cosa que ha descubierto. No es una edad para empeñarnos en que asuman tareas. Es usual ver a padres insistentes para que sus hijos recojan sus juguetes, creen que solamente porque les han dado esta orden los niños deben hacerlo, pero no es así. Ellos prefieren seguir sorprendiéndose con otros juegos o tareas que están en otro lugar y así aparecen los primeros conflictos familiares. A esta edad es recomendable que el adulto acompañe a los pequeños en estas primeras pequeñas tareas que sería deseable empezaran a incluir en sus rutinas diarias. Entre ellas podrían ser vestirse y desvestirse, hacerse cargo de su higiene personal al ir al baño, poner la ropa sucia en el cesto, recoger sus juguetes y sus libros, colocar sus zapatos en el lugar adecuado y su abrigo, al entrar en casa, siempre en el mismo lugar. Deberemos empezar de una en una, logrando que las vaya realizando autónomamente, sin prisas, pero con mucha constancia por parte del adulto.
4-6 años
Si hemos dado pasos lentos y consistentes con las primeras rutinas, será relativamente sencillo seguir avanzando. Ahora es un buen momento para contribuir a la realización de alguna tarea que beneficie a toda la familia, debe comenzar a entender que ciertos trabajos si se realizan entre todos se hacen más rápido y permiten que todos hagan juntos otras tareas más divertidas y placenteras. El momento de poner la mesa para comer o cenar es muy propicio para que vea como la colaboración es agradable para él y para el resto de la familia. Además podría a ayudar a hacer su cama, a limpiar y recoger su habitación, a colocar su ropa o comenzar a hacerse cargo del cuidado de una mascota, limpiar cuando se derrame el agua o se manche una mesa. También puede ya ducharse solo y secarse, así como comenzar con la rutina del cepillado de dientes.
A los niños les gusta demostrar sus capacidades y habilidades, les gusta colaborar siempre y cuando el realizar o no estas tareas no se entiendan como un problema de desobediencia/obediencia que provoca enfado y estrés familiar, sino que va encontrando la ayuda necesaria para adquirir las rutinas con firmeza y continuidad.
Dolores Armas Vázquez
Psicopedagoga
Colaboración dominical especial de la Asociación de Pedagogía de Galicia “APEGA” con Carriola de Marín