El 2 de mayo se celebra el Día Contra el Acoso Escolar, una situación de la que cada vez se habla más, pero que aún está lejos de desaparecer.

Para lograrlo, atendemos a dos claves: concienciación y educación. “No podemos prestar atenCión al acoso escolar un solo día del año.” Así lo apunta Javier Pérez Aznar, psicólogo del programa TEI (Tutoría Entre Iguales): “Cualquier actividad que se haga, sea un deporte, el visionado de una película, un juego… tiene que estar dirigida siempre a la pregunta ¿y qué haces tú? Las actividades están bien, pero debemos buscar siempre el punto de vista emocional.

Que cualquier cosa que hagamos busque la conciencia del alumno. ¿Dónde estás tú? ¿Estás entre los que ríen? ¿Entre los que sufren?

Para ello, el diseño emocional de todas las actividades que se realicen debe tener, también, como objetivo, que el alumno víctima no se sienta solo.

Entran aquí las tres claves: conciencia, compromiso y cambio, tres puntos que deben tomarse en serio desde todos los ámbitos (los maestros, los alumnos, la familia…).

Por eso, y con la ayuda de Javier Pérez Aznar, elaboramos propuestas de actividades para realizar en la escuela (y fuera de ella) a lo largo del curso: todos los días deben ser 2 de mayo.

La actividad de la balanza

Colocamos una balanza con un niño (o niña) en un lado, que se va inclinando a medida que la gente se mete con él, hasta que la persona se queda sola y aislada arriba.

Los acosadores, los que se ríen, los que se callan… están todos puestos en la balanza. Y ahí llega la conciencia de cambio: ¿Dónde vas a estar tú? ¿Ves lo que sucede?

“El acosador necesita tener a gente de su lado para que la balanza se incline. Pero la gente debe quedarse con la idea de que la víctima no ha elegido ser víctima, y entender que la solución es escoger el lado correcto y cambiar el entorno desde cero.”

La historia de Juul

Nacida en Bélgica, vemos la vida de una marioneta de madera. Sus compañeros se ríen de ella porque tiene el pelo rojo, así que decide cortárselo. Entonces le llaman bola de billar, y decide ponerse un gorro. Este acentúa sus orejas, así que se las corta.

Poco a poco, la marioneta Juul se va rompiendo, deshaciéndose de todo aquello que le convierte en diana de las burlas. “Es una historia muy cruda, pero precisamente por eso llama la atención, visualiza a la perfección el poder de las palabras. Un cuento breve y de impacto, pero una buena herramienta para reflexionar” apunta Javier Pérez Aznar.

Lectura: Bullying, de Álex Alonso

Otra historia cruda, este relato que acaba de ser galardonado con el Premio de Narración Curta Ánxel Fole. Escrita en formato “red social”, la historia de Bullying se basa en una carta de suicidio real de un joven víctima de acoso escolar. Su autor coincide con Pérez Aznar en la importancia del grupo: “todas as personaxes, en maior ou menor medida, son importantes, porque todas, dalgunha maneira, directa ou indirectamente, participan dese caso de acoso escolar. E fíxate na cantidade de persoas e organismos ou institucións que están presentes!”

La lectura de una historia escrita en primera persona desde la perspectiva de los diferentes personajes, cada uno con su papel (acosadores, víctima y espectadores) que invita a que los estudiantes reflexionen, de nuevo, qué hacen ellos y dónde se posicionan en toda esa historia.

Cooperación con parejas emocionales

Dentro de Tutoría Entre Iguales utilizamos el concepto de parejas emocionales” explica Perez Aznar.

“Construimos esa convivencia necesaria para crear vínculos y que nadie se sienta solo, con actividades cooperativas que cambien y mejoren el clima emocional. Así surgen estas parejas, de chicos y chicas de dos años de diferencia: los alumnos de primero de la ESO tienen tutores de 3º de la ESO. Hacen cosas juntos, decoran el centro, hacen murales, trabajan, crean coreografías… Esa es la filosofía, hacer. Al final no se aprende con lo que te explican, sino con lo que haces.” 

Charlas testimoniales a lo largo del curso

Los expertos coinciden en una cosa: estas charlas, aunque importantes, no sirven de forma aislada si no se ponen sobre la mesa para generar debate.

Y como siempre, la pregunta es ¿y tú que haces? ¿Pones motes? “Una maestra me explicó una vez la historia de Huevo: cuando iba al colegio, todos llamaban Huevo a un chico gordito y bajito. Y nunca supo su verdadero nombre. Pero cuando cuento esta historia siempre hay alguien que apunta: ‘pero solo le llamaban Huevo, no es para tanto’ ¿No lo es? ¿Te resulta divertido?”

Para ello, esas charlas testimoniales deben llegar desde puntos que no se esperan, tratar perspectivas que se salgan de lo típico, que no presenten siempre el mismo perfil de víctima y verdugo: “Por ejemplo, cuando Iñaki Zubizarreta cuenta sus experiencias con el acoso ¡y tú lo ves, tan grande y fuerte, y te da imagen de todo menos de víctima! Y esa perspectiva es muy importante: le puede pasar a cualquiera.”

Por eso, cualquier actividad que se haga a lo largo del curso, desde cualquier asignatura, debe tratar de forma transversal no solo la concienciación contra el acoso, sino la importancia de mantenernos unidos y convivir de forma sana.

Fuente: Faro de Vigo