Nadie lo duda. Los centros educativos deben adaptarse a la sociedad actual, y para ello resulta necesario modificar materias, contenidos… y también técnicas. Así aterrizaban de forma más o menos homogénea durante los últimos años las “nuevas tecnologías” (que de nuevas ya no tienen tanto).

Pizarras digitales para decirle adiós a la tiza, tablets que sustituyen a libros y libretas y dan un respiro a las espaldas de los más pequeños…

Pero, mientras este camino parecía de solo ida, la ministra de Educación de Suecia, Lotta Edholm, decidió paralizar la estrategia de digitalización escolar del país escandinavo, uno de los pioneros en este tipo de actuaciones.

“Desde la pedagogía creemos que las dos tendencias deben convivir. Son un recurso didáctico al servicio de la enseñanza” cuentan desde APEGA (Asociación de Pedagogos de Galicia), que han seguido de cerca los cambios en las herramientas de trabajo de los colegios.

“Hubo un tiempo en que la escuela era totalmente libresca: todo estaba en los libros. Después se abrió a la sociedad y a participar de sus conocimientos, metodologías e informaciones. Algo que hoy nos parece totalmente normal: la mejor escuela es la que actúa interactivamente con todo lo que la rodea y se convierte en un verdadero laboratorio de experimentación”.

En sintonía con las demandas de la sociedad

Y es que las escuelas son cada vez más conscientes de que deben adaptar sus curriculums a la sociedad actual: “Es lo que nos ha tocado vivir. Y las nuevas tecnologías entran de lleno. Por ejemplo, las redes sociales por sí solas ya están condicionando el desarrollo personal de los niños, y los centros educativos deben formar teniendo en cuenta ese contexto. Los instrumentos cambian, pero no la educación”.

Preguntamos en los claustros de profesores, donde los más jóvenes destacan que la necesidad de renovarse no implica solo las herramientas o los instrumentos que usan los docentes, sino también la forma de comunicarse con los alumnos: “Hay gente que lleva 30 años enseñando, que está acomodada con sus métodos y seguirán utilizándolos sin interesarse por cambiar, cuando lo que hace falta es sangre nueva y con ideas nuevas, métodos que aúnen la educación con el avance de las tecnologías. Eso implica más a los alumnos porque utilizamos información que ellos manejan y conocen, nos comunicamos de la misma forma que ellos en su día a día”. Y es que los niños han cambiado, e internet es el gran motivo de esa transformación.

“Las tecnologías tienen que ser una herramienta de trabajo a nuestro servicio”

Pero no todo es positivo en lo que respecta a la tecnología. Además de inevitables efectos en la salud física (el abuso de pantallas repercute en la vista de los niños por su intensidad no natural), también se ha demostrado que los niños que usan habitualmente las pantallas tienen menos vocabulario que los que no las usan tanto: “Esto es debido no solo al hecho de que no se da una interacción activa entre la tablet y el niño (no fija palabras en su mente) sino que reduce la interacción con otros niños o adultos”, terminan los pedagogos.

“No sirve el progreso sin formación”

Sin embargo, eliminar del todo lo digital no resolvería nada, igual que apartar para siempre lo analógico no tendría sentido: “deben ser complementarios”. Lo importante es que el profesor conozca cuales son los pros y los contras de cada uno de los recursos con los que contamos, y cual es el más adecuado para cada alumno o grupo de alumnos.

“Muchas veces lo que ocurre es que hay una formación previa insuficiente para poder abordar las nuevas tecnologías de forma adecuada en el trabajo escolar; o sucede que aquellos que sí la tienen no disponen de los medios tecnológicos en las aulas para reinterpretar y expresar los conocimientos que imparten.”

Se puede innovar sin tecnología

La innovación es intrínseca a la educación, que debe acompañar a los estudiantes en todo momento.  Y siempre lo ha hecho: “También se innovaba sin medios digitales” explican desde APEGA. Las grandes revoluciones de la educación han sucedido antes de que cada casa tuviera su propio ordenador, y la digitalización, aunque ha afectado a las aulas, ha sido más una transformación a nivel social, enmarcada en un mundo cambiante.

Y dentro de ese contexto, la educación – gallega y española, – ha sabido adaptarse: “De hecho, durante los últimos años hemos ido avanzando en los logros educacionales, como lo demuestran las pruebas internacionales y el crédito con que reciben a nuestros estudiantes y profesionales en el extranjero.”

Ese nivel es producto de los maestros, y demuestra que, a pesar de todo, las escuelas sí se están manteniendo al nivel de las exigencias actuales: “Y eso es gracias a que disponen de ordenadores, tablets o encerados digitales, pero también de bibliotecas, laboratorios y de muchos otros tipos de ayudas para el estudio. Solo así se puede conseguir una educación integral y avances sociales futuros. Las tecnologías tienen que ser una herramienta de trabajo a nuestro servicio, siempre minimizando los riesgos que pueden suponer para los estudiantes. Es necesaria una sensibilización sobre el buen uso de este recurso didáctico.”

Fuente: Faro de Vigo